3 de octubre de 2010

¡Que viva la extrema izquierda!


Cerillo, en un excepcional partido, lidera la victoria milagrosa 

ARMANDO ÁLVAREZ - VIGO El Che es una camiseta que se vende y a la huelga la llaman antediluviana. El capitalismo salvaje prevalece. Las utopías han muerto. Solo el Pilotes Posada se escapa al pesado paso de la historia. Solo para el Pilotes sigue valiendo la extrema izquierda porque en ese flanco habita Cerillo. El vigués obra la hazaña. Sus once goles, oxígeno en la zozobra, el penalti decisivo... Cerillo a la izquierda es, contra las matemáticas, el infinito.Lo suyo es el triunfo de la voluntad. Percibe un resquicio en la defensa del último, apenas una leve grieta, y se cuela por ella. Salta sin ángulo, sintiendo que puede volar, creyendo a ciegas en el gol. Su fe mueve montañas. Cerillo aún pide lo imposible, cava en los adoquines buscando la playa, propone paz y amor. Por una vez, su idealismo se impone a la fría lógica que el Anaitasuna aplica. Sus besos silencian los cañones.
La victoria académica es un milagro. El Anaitasuna impone el ritmo. Interrumpe las galopadas viguesas. Blinda su centro con cemento armado. Se instala en una ventaja confortable. En el arqueo contable le sale todo a favor. Pierde, sin embargo, porque Cerillo se atreve a soñar y contagia ese entusiasmo. Otro mundo mejor florece por un instante. El Central es la Comuna.


El inicio engaña a simple vista. El Pilotes Posada domina en el marcador, pero es el Anaitasuna quien en realidad escribe el destino. Su 5.1 resulta más efectivo y anula por completo a la primera línea viguesa. Ningún lanzador encuentra la distancia. La conexión con el pivote se cortocircuita. Montávez se lesiona y priva al equipo de su talentosa dirección. El choque se mueve en la velocidad que Aitor Etxaburu elige desde el banquillo visitante. Hacia el final del primer tiempo la labor de zapa visitante se hace palpable (11-14 al descanso). Moledo y Cerillo han evitado males mayores.
El Anaitasuna rentabiliza esa ventaja con codicia en la reanudación. Si el Pilotes amaga con reaccionar, Alejandro Sánchez se agitanta bajo palos. Los académicos estropean sus superioridades. Cacheda juega a enloquecer el partido y pierde por imprecisión lo que gana por electricidad. Pero ahí sigue Cerillo, como una anguila, deslizándose por donde no debiera caber un cuerpo. "Él sabe que en determinados momentos debe arriesgar aunque no tenga ángulo", explicará después Quique Domínguez. En este partido, los sesenta minutos están hechos de esos momentos.
Algo ha cambiado. La fachada del Anaitasuna sigue imperturbable. Por dentro, sin embargo, la impertinencia de Cerillo lo resquebraja. El equipo empata en el minuto 57 (23-23). En el 58 el Pilotes lanza el primer contragolpe de todo el partido (24-24). Anaita tiembla, pierde otro ataque y comete penalti. Cerillo, que acababa de fallar uno, grita "a las barricadas" y completa el vuelco (24-25).
Aún le queda al Anaita el último tiento. Xavi es expulsado por retener el balón. Quedan tres segundos. Quique necesita sacar a Maciel, portero suplente. Los árbitros dudan. El técnico había descartado a Abramovich y ha jugado entre Maciel y Nando para completar la lista. El reglamento se lo permite. El coloso Cristian lanza. Maciel, otro bohemio, estira la pierna y provoca la explosión de júbilo. En el Central la revolución aún es posible.

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