Juegos infantiles en As Travesas
Victoria gris del Pilotes, contagiado de la ternura rival, y posible lesión de Montávez
Leo Maciel; Cerillo (7, 1p), Polakovic (6), Cerqueira (2), Montávez(3), Diego Piñeiro (1), Edu Moledo (5) -siete inicial-, Chantada (ps), Abramovich, Cacheda (4), Barisic (3), Fran González (2), Víctor Frade (2).
Universidad León 30
Ernesto Sánchez; Cabanas (6, 2p), Ugarte (5), Mellado (1), Goñi (5), Juan Castro (8), Carillo (2) -siete inicial-, Jacob Meilán (ps), Borja Fernández (1), Antonio Fernández, Molina, Jurajuña, Celada, Mauro Álvarez (2).
Marcador cada cinco minutos: 2-2, 6-3, 7-6, 10-9, 13-11, 17-14 (descanso), 20-16, 23-17, 26-20, 29-24, 32-27, 35-30 (final). Árbitros: Amaia Barrena y Mónica García. Excluyeron a los académicos Cacheda, Cerqueira, Polakovic y Frade (2), y a los visitantes Ugarte (2), Goñi, Borja Fernández, Antonio Fernández 82) y Mauro Álvarez. Incidencias: Novena jornada de la División de Plata. Entrada regular en el Central.
El Pilotes Posada se enfrentó a unos niños y jugó como ellos, con su misma ternura y descontrol. La victoria ante el Universidad de León Ademar se daba por sabida de antemano. Cumplido el trámite, Quique Domínguez repartió premios y experimentos. Debutaron los canteranos Chantada y Piñeiro; jugó Abramovich; la maniobra del portero-delantero en inferioridad exige un mejor acoplamiento... La peor noticia es la lesión de Montávez, posiblemente una rotura fibrilar. Dura secuela de las juegos infantiles practicados en el Central.
El filial del Ademar carece de la calidad física y técnica de sus coetáneos azulgranas. El atrevimiento que les granjeó el ascenso no les basta ante los fornidos legionarios de la B. En tal sentido, el Pilotes, con más clase que espolones, agrada como adversario a los chicos de Fernández, gente con acné, barbas ralas, musculatura primaveral. De Vigo se fueron agradecidos por los escasos golpes.
Los académicos cayeron en la precipitación propuesta por el abierto 4.2 leonés. Nada debilita más que la consciencia de la propia superioridad. Del 6-2 se pasó al 6-6. La muchachada se creció. El Pilotes Posada siguió frío en su día de oficina. Los penaltis errados calibran la falta de concentración. Hubo incluso que abusar de Cerillo escurriéndose por su grieta, mala señal. Con 13-12, en el minuto 25, Quique Domínguez pidió tiempo muerto.
Cacheda fue el remedio. El pequeño duende lalinés, por DNI y apariencia, podría irse de botellón con sus rivales. Pero tiene el ceño adulto, botas de siete leguas y sabiduría innata. Entiende el juego, eso que otros con mejores condiciones no consiguen en toda su vida. Pisó el acelerador entre el final de la primer tiempo y la reanudación, lo justo para despegar al Ademar. El 23-17 sentenciaba el choque. Todavía hubo fases de aproximación visitante (26-23), pero sin asustar. El equipo de Fernández había renunciado al sueño de la victoria y un adolescente sin sueños está muerto.
Quique rellenó de novedades lo que restaba para que el público no se le durmiese. Apuesta por el portero-jugador en las inferioridades, pero a media posesión, en emboscada. Salió a la primera. En las posteriores creó confusión en sus propias filas. El Central festejó a la parada de Chantada y el gol de Piñeiro, que había iniciado el choque en defensa. En las filas rivales lucieron los vuelos de Álvaro Cabanas, hijo del legendario Javier. Entre medias se retiró Montávez tocándose la ingle. En dos días se conocerá el diagnótico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario